ISBN: 978-9942-36-373-2
Bolivar Enrique Chalén
Facultad de Ciencias de la Vida (FCV), Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL), Guayaquil, Ecuador
bochalen@espol.edu.ec
El cultivo de camarón (Penaeus vannamei) no solo representa una buena parte de los ingresos no petroleros para el Ecuador sino también una fuente de empleo importante para los habitantes de zonas rurales en donde se desarrolla esta actividad.
Cuando el virus de la mancha blanca (WSV) diezmó los cultivos de camarón en la década de los 90, el sector camaronero sufrió pérdidas millonarias y como consecuencia de esto, miles de personas perdieron sus empleos por lo que no solo tuvo un impacto económico sino también social. Luego de recorrer un largo camino y adoptando nuevas prácticas para su cultivo, el mercado camaronero empezó a recuperarse de las consecuencias que dejó el virus de la mancha blanca.
En el 2012 una nueva amenaza fue reportada por la comunidad científica, una enfermedad capaz de matar al camarón en sus etapas iniciales de desarrollo por lo que en su momento se le llamó Síndrome de Mortalidad Temprana o EMS por sus siglas en inglés. Con el potencial de reducir la producción de los cultivos a valores cercanos a cero y habiéndose diseminado por el continente asiático, se llegó a conocer que la causa de esta enfermedad era una cepa de Vibrio parahaemolyticus cuya patogenicidad residía en un plásmido capaz de codificar toxinas mortales para el camarón, adoptando ahora el nombre de Enfermedad de la Necrosis Hepatopancreática Aguda (AHPND por sus siglas en inglés).
En el 2014 y 2016 fueron publicados estudios que demostraban la presencia de AHPND en el continente americano, esto combinado con posibilidad de “contagiar” (transferencia horizontal) de su patogenicidad a otras cepas del género Vibrio hacen de esta enfermedad un riesgo para los productores de camarón de todo el mundo por lo que esfuerzos conjuntos deben ser hechos para encontrar tratamientos efectivos para frenar su avance.
El antagonismo microbiano en una de las opciones a ser exploradas. La competencia entre bacterias de un mismo hábitat promueve la formación de compuestos capaces de inhibir el crecimiento de las bacterias adversarias. En medios marinos, las bacterias del género Pseudovibrio y Vibrio se encuentran en constante competencia, un hecho que puede ser evidenciado en pruebas de exclusión competitiva (figura 1).
Luego de un proceso de selección de cepas del género Pseudovibrio, aisladas de ambientes marinos, se está explorando las condiciones ideales de cultivo en condiciones de antagonismo con el objetivo de promover la producción de compuestos que puedan ser aislados (figura 2) y posteriormente hacer frente a Vibrio parahaemolyticus y así reducir las mortalidades causadas por AHPND.